PATPONG ROAD (La Página Ediciones, 2012)




OPINIÓN DE JOSEPH B MACGREGOR

Sentimientos encontrados, aspectos interesantes y motivadores y otros que no lo fueron tanto, así se podría resumir en pocas palabras mi experiencia como lector con PATPONG ROAD (La Página Ediciones, 2012), última novela, hasta la fecha, de José Luis Muñoz, autor del que he leído gran parte de su obra literaria y que nunca decepciona.

Muñoz es un escritor de fuerte personalidad que cuida mucho los escenarios en los cuáles se desarrollan las tramas de sus historias, demostrando siempre un gran conocimiento, en primera persona, de las ciudades o países que las ambientan. PATPONG ROAD no es una excepción a esta regla, mostrando una Bangkok (Tailandia) muy veraz y auténtica (ambientada en épocas diferentes), casi como sí estuviéramos viendo un documental sobre países exóticos. Aunque el Barrio Rojo de la ciudad posee una gran importancia a lo largo de la novela, lo cierto es que Muñoz realiza un repaso por todos aquellos lugares o rincones que, en su opinión, merecen ser destacados ya sea por su belleza artística, su importancia religiosa o mágica o por mero interés antropológico. Pero Muñoz no sólo consigue describirlos con precisión fotográfica sino que además sabe trasmitir con mano maestra ambientes, atmósferas, olores, humedad, la presencia de cucarachas, el vómito y el asco; uno de los principales valores, desde mi punto de vista, de esta novela cruda, bronca y para algunos seguro que bastante incómoda o desagradable. 


Aunque la novela se encuentra estructurada en grandes bloques, ambientados cronológicamente en diversas épocas (empieza a finales de los 60 y concluye en la actualidad), separados por grandes elipsis que saltan varios años, considero que la trama se puede dividir en dos partes: en la primera, se nos narra la fogosa relación sexual de René con Claire (novia primero, esposa después), incluyendo un par de viajes a Bangkok; y la segunda, se centra más en describir el proceso de degradación del protagonista; en este bloque además el personaje de Claire desaparece por completo de la historia. Considero, en ese sentido, mucho más interesante y emotiva esta segunda parte que la primera por las razones que argumento enseguida.

PATPONG ROAD se inscribe por derecho propio dentro del género erótico aunque en realidad se centre en narrarnos la crónica de la autodestrucción de un escritor llamado René y aquí es en donde reside toda la fuerza y el interés de la novela. Como historia erótica, Muñoz se nos muestra explícito y directo, minuciosamente descriptivo. Sin embargo, las situaciones eróticas terminan, desde mi punto de vista, saturando al lector por excesivas y demasiados reiterativas. Entiendo que se nos está contando el drama de un adicto al sexo pero creo que resultan mucho más interesantes y motivadoras las profundas reflexiones del protagonista, la expresión de sus sentimientos de desesperanza o cansancio metafísico, sus divagaciones, su profundo asco de sí mismo o su sensación de perdedor, de encontrarse en callejón sin salida, que las reiteradas (y frustrantes) relaciones venales con jóvenes prostitutas tailandesas que, sobre todo en los últimos capítulos, son descritas de manera similar.


Otro aspecto que no me convence demasiado es el tratamiento que se da al personaje de Claire ya que, desde mi punto de vista, sus reacciones no me parecieron lógicas ni coherentes habida cuenta como se nos describe a esta mujer en el primer bloque de la novela. Claire, al igual que Lee Remick en Días de Vino y Rosas (film de Blake Edwards que se cita directamente en algunos pasajes de la novela), se nos presenta como víctima de la adicción de su marido. Esta posibilidad no me convence demasiado ya que pienso que René siempre encontró complicidad sexual en Claire y ésta se nos muestra en todo momento como la horma de su zapato, el complemento erótico-festivo perfecto; es ella además la que la que toma la iniciativa en la mayor parte de las situaciones eróticas que aparecen en el primer bloque de la novela; la que realiza "proposiciones indecentes" a su marido que éste no siempre está dispuesto a complacer. Por lo tanto, no me explico que cuando René decide "irse de putas", Claire se enfade tanto y se lo reproche de manera tan furibunda hasta el punto de convertir esta simple anécdota en el fundamental detonante de la crisis del matrimonio. En ese sentido, el personaje de René me parece que se comprende mejor y su trayectoria errática se me antoja mucho mejor desarrollada.


En la segunda parte, el protagonista - que padece una enfermedad terminal incurable - se nos muestra más vulnerable, más humano, capaz de sentir repugnancia por su adicción, y deseoso de encontrar el amor de verdad, el que se no se puede comprar con dinero. Su personaje llega a alcanzar grandes dosis de patetismo pero también resulta entrañable y tierno en su afán por conseguir una cierta redención. 
PATPONG ROAD es también una reflexión ética y moral sobre el turismo sexual; de hecho, la literatura de Muñoz tiene siempre un punto de denuncia social muy atinado.

En definitiva, una novela emocionante, con fuerza,muy dura, no apta para todos los estómagos, políticamente incorrecta, bronca pero que no te dejará indiferente. 


JOSEPH B MACGREGOR

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