GRANDES PECHOS, AMPLIAS CADERAS de MO YAN



GRANDES PECHOS, AMPLIAS CADERAS (Feng ru fei tun)
 Mo Yan 
 Editorial Kailas Editorial 
Colección: Kailas Ficción 
Traducción de Mariano Peyrou 
Año de publicación: año 1996 
Género: Drama ISBN 13: 978-84-89624-26-9 
836 Páginas 

Argumento 

 La historia comienza a comienzos del siglo XX en una pequeña aldea china. Es el final de la dinastía Ming, por lo que los intentos por parte de los tíos de Xuan'er de que su sobrina consiga tenga los pies pequeños (manteniéndolos permanentemente vendados), resultan ya bastante desfasados y fuera de lugar. Cuando Xuan'er se casa con el herrero, se convierte en Shangguan Lu. Presionada por su insoportable suegra, la joven recién casada se siente con la obligación de quedarse embarazada. Aunque lo intenta una y otra vez sus esfuerzos resultan del todo baldíos ya que su marido, Shangguan Shouxi es estéril. Sin embargo, Lu consigue dar a luz a ocho hijas y a un niño, sin que su esposo intervenga para nada en el asunto. De sus relaciones con su tío el Gran Zarpa nacen las dos primeras (Laidi y Zhaodi). El resto de hermanas son producto de sus breves encuentros con un buhonero (Lingdi, la tercera), con un curandero ambulante (la cuarta, Xiangdi), con un carnicero de perros (la quinta, Pandi), con un monje (la sexta, Niandi), con cuatro soldados desertores (la séptima, Qiudi) y con el Pastor Malory, un misionero sueco (la octava, Yunü y Jintong, su único hijo; ambos nacieron a la vez). Cada una de estas mujeres resultan ser muy diferentes en carácter y en personalidad, en inquietudes, en pensamiento político, en suerte o destino. En lo único que las ocho hermanas parecen coincidir es en que todas tienen grandes pechos y amplias caderas. Jintong es también un chico bastante peculiar. Toda su existencia está marcada por una extraña e inexplicable adición por la leche materna. Encuentra un insólito placer en succionar el pecho de su madre (o de cualquier mujer) hasta vaciarlo, hasta el punto que le resulta imposible alimentarse de otra cosa. Cualquier otro alimento le causa repugnancia y nada consigue excitarle o motivarle más que la visión del pecho de una mujer, pero no sólo por puro morbo sino por que inmediatamente desea chuparlo. Además será quien nos narre la historia de supervivencia de su madre, de sus ochos hermanas y de él mismo, a través de un largo periodo que comienza con la caída de la dinastía Ming (pasando por la invasión japonesa, la guerra civil, la instauración y desarrollo del régimen comunista…) hasta los años 90. 

Opinión de Joseph B. Macgregor 

 Las más de ochocientas páginas de esta tan ambiciosa como excesiva novela se pueden resumir con una sola palabra: Supervivencia. Este pienso que es el gran tema de "Grandes pechos, amplias caderas". Pero si nos quedáramos tan sólo en esto, la cosa tendría un interés limitado. Sería otra novela más centrada en la narración de los avatares de un familia durante en un largo periodo histórico y político y de sus esfuerzos de sobrevivir al hambre, a la guerra, a la pobreza, a la muerte… no tendría por tanto nada de especial. Muchas otros libros trataron el asunto con mayor o menor fortuna (se me vienen en estos momentos a la cabeza "Lo que el viento se llevó" o "Cien años de soledad"). 

 La originalidad de esta novela reside, pienso yo, en el modo en el cual Mo Yan nos cuenta la historia. Siendo una narración cuyo tema central es la supervivencia, no resulta excesivamente triste (aunque sí bastante amarga), sino más bien "divertida". Pongo lo de divertida entre comillas porque pienso que es un sentido del humor que exige una complicidad previa por parte del lector. En ese sentido, Mo Yan me parece una suerte de hermano oriental de Tarantino, porque lo cómico surge de lo grotesco, de lo absurdo de la vida. Un enterramiento en vida puede ser divertido y angustioso a la vez según como se cuente. El modo como los personajes resuelven sus conflictos (empezando por la madre) siempre lleva aparejado una reacción exageradamente agresiva, muy violenta (como en aquellos vídeos aficionados chinos): golpes, manotazos, tortazos, apuñalamientos, etc. que sin dejar de ser cruel, también resulta casi siempre bastante hilarante. 

 En ese sentido, Mo Yan no se casa con nadie: tan absurdos son los japoneses como los soldados chinos que luchan contra ellos; tan inútiles e injustos los combatientes de ambos lados de la guerra civil. Su mirada sobre el "milagro" comunista no puede ser más sarcástica, irónica (¿una fábula anti-comunista?). Y en general, la VIDA no deja de ser un absurdo en sí misma. 

 Más que surrealismo, hablaría de hiper-realismo. Un ejemplo claro lo tenemos en todo el capítulo VII de la primera parte en el que se nos describe la explosión de un puente y todos los daños personales y materiales que produce el atentado. La descripción de la escena (que ocupa todo el capítulo) es absolutamente dantesca pero en muchas ocasiones se "pasa" de real (en el buen sentido de la palabra). Es un fragmento de la novela que me pareció impresionante; un lujo. Y la novela está repleta de momentos como éste: el enterramiento en vida de Pequeño León, la inundación, la tortura de los miembros de la familia (les hacen creer que van a ser ahorcados)… Pero también de otros en los que el "realismo mágico" es tomado un tanto a sorna. Me refiero a toda la parte protagonizada por Lingdi, la Tercera Hermana, el hada-pájaro, que resulta tan poética como divertida. 

 Sin embargo, donde Mo Yan parece que pone toda la carne en el asador es en el personaje Jintong, este hombre que no puede superar su obsesión por chupar pechos de mujer para beber su leche. Pienso que él es realmente el protagonista de la historia (que en realidad, es bastante coral). Con toda razón, el autor ha sido considerado por los entendidos como el Kafka chino, porque la tragedia personal de este tipo sólo puede considerarse de kafkiana. Sus intentos por conseguir la "normalidad" tanto a nivel social como sexual resultan siempre infructuosos. Y lo bueno del asunto es que en ningún momento se busca una justificación a su comportamiento, ni una explicación psicológica… Nada de complejos de Edipo o similares. Jintong no sabe porque sufre tan extraña adicción y nosotros, los lectores, tampoco. No importan los motivos; lo que realmente tiene peso en la narración es la crónica de un inadaptado, de un sujeto que no consigue integrarse y que pasa por la vida sin implicarse, sin "mojarse". Los pechos de mujer son su refugio pero también el signo de su absoluta incapacidad para convertirse en un miembro plenamente integrado en la sociedad. Por eso señalaba antes que la novela puede resultar tan divertida como amarga. Una mezcla extraña que me ha provocado muchisimo interés, pero cuyo resultado final no ha llegado a llenarme del todo, no ha llegado a satisfacerme por completo, aunque sí lo suficiente para que me haya valido la pena leerla.  

JOSEPH B MACGREGOR

Esta reseña fue publicada anteriormente en ANIKA ENTRE LIBROS

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