Mis libros favoritos de Literatura Infantil y Juvenil (1ª Parte): La profunda simplicidad de “El Principito”
Mis libros favoritos de Literatura Infantil y Juvenil (1ª Parte)
La
profunda simplicidad de “El Principito”
Por Joseph B Macgregor.
Sí tuviera que hacer un top
sobre los libros infantiles y juveniles que más me han llegado en mi largo
periplo con lector ( no sólo en mis primeros años sino de siempre), sin duda
tres títulos ocuparían los primeros puestos indiscutiblemente : El Principito
de Antoine
de Saint-Exupéry (1900–1944), La Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson (Edimburgo,
Escocia, 13 de noviembre de 1850-Vailima, cerca de Apia, Samoa, 3 de diciembre
de 1894) y Las aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain (Florida, Misuri, 30 de noviembre de 1835 – Redding,
Connecticut, 21 de abril de 1910).
A
partir de un prosa aparentemente simple y una poética naif (en el buen sentido de la palabra), en El Principito se plantean
la mayor parte de los aspectos esenciales que preocupan a todos los seres
humanos. En primer lugar, “¿Para qué y por qué estamos en el mundo?” o “¿Cuál
es el planeta en el cuál estamos destinados a vivir?”; y una vez allí “¿Cuál es
nuestra misión?” La vida como un viaje interplanetario en el que el pequeño
protagonista intenta encontrar un lugar en el que quedarse, en el cuál
acomodarse.
En segundo lugar, se aborda el tema del amor o del sentimiento
amoroso; amor como sinónimo de dolor, decepción, de manera pesimista quizá…
pero ¿Cuántas veces lo hemos dado todo por la persona amada y al final todo ha
quedado en nada como le sucede al Principito con su rosa?
Un último punto a
destacar sería – y para mí gusto el mejor de todos – es el asunto de la
amistad. Creo que no hay mejor definición de lo que es la amistad, como debe
evolucionar, desarrollarse y por fin asentarse ese vínculo maravilloso entre
las personas que la que hace la zorra cuando habla de “crear lazos”.
Pero aparte de estos aspectos, el viaje
a través de diferentes planetas habitados por curiosos personajes nos ofrece
una visión del funcionamiento de la sociedad, sus contradicciones y absurdos
(un farolero cuya única misión es encender y apagar un farol toda la vida) que
una persona con el alma del pequeño príncipe no entiende ni comprende…como nos
sucede a muchos.
JOSEPH
B MACGREGOR
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